Una casa de dos plantas, poco visible desde la vía, pero en cambio, completamente abierta al paisaje, al golf. Crear un espacio interior, pero a la vez enmarcar el espacio exterior, los árboles, el cielo, los pájaros. Bajo esta premisa se desarrolla el volumen de una casa para tres hermanas y su madre. Un espacio de intimidad, pero también de compartir.
El volumen se resuelve a partir de dos bloques maclados en forma de «L», en el que se sitúan tres habitaciones en el lado más corto —que es a su vez el volumen de menor altura— y en el largo, la habitación de invitados, la cocina y el salón comedor en planta baja, y en la planta superior, la quinta habitación, la sala de juegos, el balcón y la terraza. La presencia de la doble altura del salón comedor toma una relevancia especial por cuanto ayuda a construir un diálogo entre los espacios interiores y el paisaje exterior, así como en la fuga de las visuales al final de los pasillos de planta baja.